
¡Ya llegó el 2023!, y espero que la mayoría hayáis tenido la suerte de comenzar el año con vuestros familiares, rodeados de mucho amor y alegría.
Quizá también, vengan a nuestra memoria cosas que han pasado durante este año, no las que salen en las noticias sino las que nos han tocado el corazón. Algunas nos harán sonreír, emocionarnos, agradecer,…; otras, nos encogerán el corazón, sobre todo si nos ha tocado despedirnos de seres queridos: hoy los añoraremos muchísimo.

Por eso pido para que esa ausencia no nos encierre en nuestro dolor (aunque podemos llorar, el duelo hay que pasarlo) sino que nos lleve a recordarles y hacerles presentes con todo lo que aprendimos de ellos: su alegría, su generosidad, su grandeza de espíritu, su sentido del humor,… Seguro que todos ellos están presentes de alguna forma en nosotros por lo mucho que les quisimos en vida y lo que les querremos siempre.
Os invito a dedicar hoy unos minutos para dar gracias a Dios por todo lo que queda grabado en el libro de nuestra vida, en este 2022.
Lo que es fundamental es que recordemos lo más importante: que durante los 365 días, con sus noches, Jesús ha estado a nuestro lado (aunque tal vez no siempre le hayamos sentido o reconocido).

Es una realidad que Dios está ahí, amándonos sin descanso, esperando nuestra respuesta de amor. No le importa lo bien o mal que nos hayamos portado, si le hemos tenido en cuenta o no en nuestras vidas. Somos sus hijos y nos quiere con locura.
Si abrimos bien los ojos y en silencio repasamos este año, veremos cómo Él estaba allí, acompañándonos, ayudándonos, llevando nuestras preocupaciones sobre sus hombros; incluso puede que le descubramos recogiéndonos derrotados del suelo entre sus brazos -abrazándonos con fuerza– recordándonos lo mucho que valemos, ¡que “nuestros nombres están inscritos en el Cielo”!, que merece la pena vivir porque Él (y todos los que se han ido ya) nos esperan en una Nueva Vida.

Ya estamos en el 2023 y en vez de hacer propósitos o listas de cosas que quiero hacer, este año me abandono completamente: soy muy consciente de mi incapacidad, de que yo sola (por mucho que a veces me engañe) no puedo hacer nada (al menos nada que de fruto, que ilumine, que merezca la pena estar escrito en mis memorias de 2023).
Este año quisiera que no se me olvidara ni un instante que la “guerra” está ganada; que las batallas -por muy duras que parezcan- pasan, y siempre, ¡SIMPRE!, son para bien. Entran dentro de ese plan divino que no entendemos (ni falta que hace) que Dios va creando para que nuestro puerto definitivo sea el Cielo.
No me considero alguien mayor -con esa madurez que te da la vida para dar consejos a los que vienen detrás (estoy bastante lejos de ellos)-, sin embargo, he vivido lo suficiente para saber que está genial hacer planes pero es mucho mejor abrazar los que Dios nos propone; bastante para reconocer en los momento de crisis que lo mejor es CONFIAR (lo pongo con mayúsculas porque supone abandonarse en el Señor completamente sabiendo que Él sabe más).

Así, sin mucho más que deciros, os mando un abrazo muy fuerte a todos los que (a pesar de mi ineptitud e inconstancia) seguís ahí, leyendo lo que el Señor quiere decirnos en las diferentes etapas de nuestra vida.
Por vosotros va un brindis (obvio 😅🥂), mi primera Misa de 2023 🙏🏻 y todo mi cariño ❤️ para este nuevo año, que podemos empezar disfrutando sin miedo porque sabemos que TODO VA A ACABAR BIEN.