Párate un segundo. Sí, tú: hoy es el día para hacerlo. Vete al baño, date un paseo o sal al balcón pero date 5 minutos para mirar tu vida y pensar de veras si tienes o no motivos de sobra para ser feliz, porque seguro que los tienes.
Probablemente tengas razón al quejarte de tu falta de salud, de lo pesados que son los peques ahora, del trabajo tan duro que tienes o de que no terminan de hacerse realidad tus sueños.
La vida NUNCA será perfecta si no te enamoras de ella.
Te centras tanto en lo que no tienes que olvidas disfrutar y agradecer lo que forma parte de tu vida, lo que SÍ eres.
Quizá no puedas abrazar a esos niños que siempre soñaste tener; tal vez tengas menos (o más) hijos de los que tú planeaste, tengas menos salud de la que a tu edad otros tienen o tus padres se hayan ido antes de lo esperado.
Efectivamente, la vida nunca es lo que nosotros habíamos imaginado pero si la miramos bien veremos que en realidad es mucho mejor de lo que jamás habríamos soñado.
Y es que rara vez la vida que nos ha tocado nos parece ideal. Todos queremos más. Es así. Pero… ¡sólo tenemos una oportunidad para vivir y es esta, tu vida tal y como es hoy, la que Dios te regala para que seas feliz! Así que, dale la vuelta a la tortilla y fíjate sobre todo en lo que has recibido hasta hoy.
Y date cuenta de esto: Dios lo puede todo, si tus sueños fueran mejores para ti que los suyos, los habría cumplido hace ya mucho tiempo. Pero Él sabe más, tiene para ti un presente mucho mejor: ¡atrévete a descubrirlo!
Tienes dos opciones ante tu vida: vivirla esperando o disfrutarla en cada momento. Ver cómo pasa sin enterarte -esperando el cambio- o ser protagonista de cada uno de sus días.
La vida da mil vueltas, de eso ya nos hemos enterado, y los milagros existen. Hay mujeres estériles que tienen hijos y enfermos que se curan pero, ¿vas a dejar tu felicidad en manos de un milagro que no sabes cuándo llegará (si lo hace)?
¿Tenemos que esperar amargados, deprimidos, ansiosos hasta que eso que queríamos suceda?
¡Sé feliz hoy con quién eres, con lo que tienes, y mañana Dios dirá! Sé que es fácil decirlo pero realmente nuestra felicidad depende en mucho de nuestra actitud ante la vida.
De disfrutar de cada época con lo que venga. Si son hijos, con la maternidad/paternidad; si es en la soltería con los amigos, la carrera profesional, los hobbies o el voluntariado. En la jubilación, en cuidar de tu cónyuge, viajar, lo que sea; … y así con todo.
Cada uno ha de buscar su sitio en lo que es y tiene en cada momento. No esperes a alcanzar la felicidad cuando tu vida cambie porque Dios nos llama a ser felices en nuestras circunstancias actuales: el hoy y ahora.
Si no estás casado, está claro que de momento no te llama al matrimonio. ¡Busca tu sitio! Haces mucha falta en algún lugar, con tus dones y talentos; búscalo y serás feliz.
Si estás casado y no vienen hijos, ¡enamórate de tu marido/mujer! Disfrutad juntos cada minuto y explotad al máximo vuestras cualidades poniéndolas al servicio de los demás.
Si tus hijos son pequeños, es probable que Dios no te pida ser el número uno de tu empresa tanto como ser el mejor padre o madre para tus hijos. Replantéate algunas cosas si ves que no llegas a todo y ten claro que el único sitio en el que eres irreemplazable es tu casa.
Encuentra el sentido de tu vida tal y como es hoy
¡No te quedes esperando el milagro o que todo pase! Cada día es único y no volverá jamás. Tanto si lo pasas en la cama de un hospital como si lo dedicas a trabajar como un loco.
Lo más importante es aprender a buscar y encontrar la chispa, el sentido, a lo que traiga cada día. Tu situación hoy no va a cambiar, de ti depende vivirla alegre o amargándote.
Eso no quita para no perder la esperanza. ¡Claro que sí! Y buscar los medios para seguir adelante! Pero sabiendo disfrutar del presente, que es lo único que tenemos asegurado.
¿Nos unimos para ser felices en el 2020? Lucha por tus sueños, pero no pierdas la felicidad en el camino porque la vida es un sueño en sí mismo.
¡Feliz año nuevo a todos!
pd. sé que lo que propongo no es fácil, yo soy la primera en quejarme y esperar a que la salud vuelva y con ella la energía y todo lo demás; por eso yo me pongo de rodillas hoy ante el Niño Dios y le pido con humildad que sea mi guía en el camino. Sólo Él puede enderezar lo que ya se dobla.