Una amiga me hizo esta pregunta hace unos días. De primeras, la imagen de mis hijos apareció de lleno en mi cabeza pero, cuando estaba a punto de contestar, reflexioné un poco y me di cuenta de que estaba equivocada. Quiero mucho más a mi marido porque a él le quiero porque me da la gana, sin embargo, a mis hijos los quiero porque son mis hijos, ¡me sale solo quererles!
Me explicaré. El amor de una madre por sus hijos es algo natural e infinito. Por el mero hecho de ser nuestros hijos aceptamos de forma natural que merecen ser amados, y el hecho de que siempre vayan a serlo nos facilita el disculparles y seguir queriéndoles aunque se equivoquen. Nos sale solo y de muy dentro el darnos a ellos pidan lo que pidan y, por eso, de primeras, a la mayoría nos sale decir de forma instintiva que primero los hijos.
Pero si reflexionamos un poco nos daremos cuenta de que a quien hemos elegido para querer toda la vida es a nuestro marido, no a nuestros hijos.
VOLUNTAD+ACCIÓN
Si acogemos el matrimonio como lo que es, la unión de dos personas para siempre. Sin puerta trasera ni ventana por la que salir en caso de complicaciones, es mucho más fácil quererse y estar siempre juntos porque “naturaliza” el amor y lo convierte en un amor superior al de los padres por sus hijos porque une, «mi voluntad» de quererte, con la «acción» de quererte.
APREDER A AMAR CON LOS HIJOS
Pero ese amor natural por los hijos nos enseña nuestra máxima capacidad de querer, y si lo aplicamos a nuestro amor de pareja, este crecerá.
Por ejemplo, no cederíamos nunca a que un hijo se levantara el día de su cumpleaños y no tuviera un regalito, una tarta o algo especial que le hiciera difrutar de su día. Del mismo modo, tenemos que esforzarnos para que nuestro marido tenga también su día especial y no dejarnos llevar por el cansancio o la pereza. Y lo mismo con otros días señalados.
Y del mismo modo, nuestra capacidad de perdonar a los hijos debe ayudarnos a perdonar al marido. A un hijo, haga lo que haga se le perdona siempre. Si podemos perdonarles todo a ellos, ¿por qué somos a veces tan exigentes con nuestros maridos?
Yo quiero a mis hijos con locura, pero tengo muy claro que mi marido va primero. Es a él a quien le hice la promesa de quererle cada día y a él a quien elegí libremente para pasar toda mi vida y para que eso pueda pasar, él tiene que ser lo primero.
Y además estoy convencida de que nuestro amor y nuestra unión es el mejor regalo que podemos hacer a nuestros hijos porque es la forma de que aprendan a amar con un amor puro, pleno y verdadero.