A ver si te resultan familiares estas situaciones… «Otra vez las llaves encima de la mesa…¡no será porque no le haya dicho mil veces que se dejan en la entrada!»
«Le pido que vaya a comprar yogures, y en lugar de coger los que llevo yo todas las semanas va y compra otra marca que no me gusta nada!»
«Para un día que tiene que vestir él a la niña, ¡vaya desastre! El vestido de flores con los leotardos de rayas…, ¿pero es que no ve que ese vestido se lo pongo siempre con el leotardo blanco? ¡Tampoco es tan difícil, sólo hay que fijarse un poco…!»
Seguro que si no estas, otras situaciones parecidas te han llevado a pensar alguna vez que tu marido o te tomaba el pelo, o es que era idiota. Si es así, creo que la reflexión de hoy te gustará.
Resulta que el otro día fue mi marido a hacer la compra. La hace muchas veces pero siempre con una lista bien detallada de lo que quiero que compre. Esta vez no estaba yo en casa así que él hizo la lista y la compra. Cuando volví a casa, abrí la nevera y estaba llena de productos «atípicos», de esos que no compro nunca, y pensé de primeras…jolín, ¡pero si tiene que saber de sobra lo que compramos todas las semanas…!
Pero luego, mi ángel de la guarda me hizo abrir los ojos y darme cuenta de que si la nevera era tan distinta esta vez, era señal de que el pobre lleva muchos años aceptando con mucho cariño MI cesta de la compra, porque nunca le he preguntado qué prefería él… y como es un cielo siempre le ha parecido bien lo que yo decidía por los dos.
El caso es que me di cuenta de que de vez en cuando conviene dejar que hagan ellos la compra sin especificar exactamente la marca o tipo de producto que nos gusta porque así tendremos la oportunidad de conocerle un poco más y de saber qué es lo que le gusta a él. Y te sorprenderás gratamente, ¡ya lo verás!, al menos a mí me pasó…había comprado cosas muy ricas que jamás habría probado de no ser por su iniciativa.
Y pasa lo mismo con la ropa y otras cosas. Quizá ese conjunto no te emocione pero si lo ha elegido él, no lo critiques, como él no critica tus conjuntos. Se sentirá respetado y querido y, al fin y al cabo, eso vale mucho más que el que la niña hoy no vaya como a ti te gusta, ¿no crees?, y puede que incluso algún día haga una combinación que no se te había ocurrido y que oye, ¡queda hasta mejor!
Y lo mismo pasa con el orden en casa, en los armarios, … ¿quién ha decidido dónde va cada cosa? Si lo has hecho sola es probable que le cueste acertar porque es difícil acordarse de dónde va cada cosa si uno no ha estado en el proceso…así que ¡no te enfades si se equivoca que no lo hace con malicia!
A veces somos demasiado autoritarias y, si no nos paramos a pensar un poco más, podemos estar cortando las alas a nuestro compañero de viaje, o incluso ofendiéndole con nuestras críticas egoistas. El trabajo en equipo siempre da mejores frutos que el de uno sólo, y si no pruébalo ¡y verás que no te miento! Así que os animo a abrir la mente y dejar que él aporte su granito de arena.
No dejes de compartir en los comentarios tu experiencia, ¿qué tal te ha ido a ti el trabajo en equipo?