Me cuesta mucho hablar sobre este tema porque temo herir con mi torpeza la sensibilidad de alguien que esté pasando por esta situación. No es mi intención ofender, y pido disculpas por adelantado si esto ocurriera.
Empatizo mucho con los matrimonios que no pueden tener hijos a pesar de desearlos ardientemente. Quizá porque conozco a muchas familias, cada vez más, que ansían ser padres y esta realidad nunca llega a sus vidas, ¡o se hace esperar muchos años!
El matrimonio va tan ligado a la procreación que podemos llegar a plantearnos el sentido de esta unión cuando no hay hijos. Por eso, me siento en la obligación de decir convencida que el matrimonio tiene sentido en sí mismo, los hijos son un añadido, no le dan más valor.
El amor es un don, un don difusivo que se expande y transforma todo lo que toca. Pienso de verdad, que en las familias sin descendencia, esta expansión es aún mayor porque el amor de los esposos es más fuerte: las pruebas hacen crecer el amor y esa prueba ¡merece su recompensa!
Cada familia es luz para quienes les rodean, y no tener hijos da pie a llegar a muchas más personas. Son padres no biológicos, pero padres de mucha gente. Y para un cristiano, para un católico: el matrimonio en sí mismo tiene un valor infinito, es un Sacramento.
Esto significa que Dios mismo se hace presente en nuestra relación cada vez que nos cuidamos, cada vez que pensamos en el otro, cada vez que nos esforzamos por ser mejores para nuestra pareja, cada vez que nos damos al otro plenamente, cada vez que juntos somos luz para otros.
Hace unos meses escuché estas palabras de un cura que me hicieron ver mi matrimonio desde otra dimensión. Hizo un paralelismo entre Jesús entregando su cuerpo en la Cruz; y la unión matrimonial, donde los esposos entregan su cuerpo el uno al otro.
En ambas entregas: la Cruz y el Matrimonio, Dios mismo está presente salvando almas por amor. Cuando amas a tu esposo, a tu esposa, Dios se hace presente en vosotros y transforma el mundo con vuestro amor, ¡continúa con la redención!
La Pasión de Cristo se llevó la peor parte, sin duda; nuestra entrega al otro está llena de placer, de ternura, de cariño, de respeto (vale, alguna bronca también, jaja!). Pero estamos muy equivocados sí solo vemos a Dios en los momentos difíciles porque está aún más presente en la belleza del amor.
Dios es la belleza infinita, el amor pleno.
Nos acompaña en las cruces de nuestra vida para ayudarnos a llevarlas, para descargarnos de su peso, pero en el amor…: ¡se hace realmente presente y llena el alma de los esposos de su Gracia, transformando el mundo con sus vidas y santificando a los esposos!
Y esto pasa, independientemente de si tienes o no hijos o de cuántos tengas. Los hijos son dones, frutos visibles de ese amor. Pero hay muchos más frutos, y más grandes, algunos quizá sólo los descubramos en el más allá, pero son tan reales como esos hijos.
Sólo es necesario que dejemos entrar a Dios en nuestra relación y nos fiemos plenamente de sus decisiones. El plan divino alcanza toda la eternidad, nosotros no vemos más allá de nuestras narices, de nuestro «hoy y ahora».
Recuerdo cuando nos casamos que tuve muy claro que en nuestro matrimonio seríamos siempre tres: mi marido, Dios y yo.
Y que Dios sería quien tuviera la última palabra en TODO.
No hay nada más seguro que dejar que sea Dios quien lleve las riendas de mi matrimonio, aunque a veces no lo entienda, o no me convenza. Me fío de Dios tanto como de mi marido, y con él ¡iría hasta el infinito con los ojos cerrados!; así que con Dios, que es perfecto de verdad, que no se equivoca NUNCA…, ¡hasta el infinito y más allá!
No es que me haya gustado. ME HA ENCANTADO. Y es mi caso. Y no podrías haberlo expresado mejor Inés! Cuánto te lo agradezco amiga!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Qué alegría Loreto! Gracias por tus palabras! Un abrazo grande
Me gustaMe gusta
Hola!te escribo para agradecerte estas palabras… pasé por esa situación y me pareció muy difícil entender el significado del matrimonio sin hijos…ahora estamos esperando el 5 hijo y reafirmo todas y cada una de tus palabras.
Espero que reconforten a muchos matrimonios!
Un abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias María, imagino que ver el gran valor que tiene el matrimonio en sí mismo bajo el velo de la tristeza de no tener hijos es muy difícil, heróico diría; pero cuando llegas a comprenderlo la perspectiva cambia completamente, ¡también para los que tenemos hijos! Que a veces el amor se queda sólo ahí y es una pena…
Me gustaMe gusta
Hola Inés!!
Muchas gracias por tus textos. hacen mucho bien!!!!
Este texto me ha encantado y es muy cierto lo que dices.
muchas gracias por tu apostolado!!!
Seguro que ayuda a mucha gente!!!
un abrazo!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Gracias a ti María! Ojalá lleguen a mucha gente. Yo sólo soy quien teclea… dando gratis, lo que gratis he recibido. Un abrazo 🤗
Me gustaMe gusta