Si no quieres discutir este verano: cambia de actitud

Cuando cierro los ojos y pienso en la palabra «vacaciones» vienen a mi cabeza el mar, la hamaca, la arena, el silencio, una cervecita (bien fría), mi amore, risas, buen tiempo, un libro, música, amigos, felicidad … mmm… ¡me lo imagino perfectamente!

Pero ahora vuelvo a mirar la escena sin música y con un poco de sentido común y ¿sabéis qué pienso?, ¡que a ver de qué árbol me he caído! No digo que un fin de semana así no pueda ser agradable pero ¿22 días?, ¡no se lo compro a nadie!

¡En serio! A mí me hace feliz estar con mi marido y con mis hijos. En la playa, en la piscina o en el parque; con los primos, amigos, abuelos o solos en casa, cada año lo que se pueda y procurando que todos disfrutemos mucho.

Despertar por las mañanas cuando Dios quiera, tomar helados sin que haya un motivo especial, jugar al parchís, salir a pasear por las noches… y olvidarnos de las normas y horarios exigentes que todos tenemos durante el curso.

Ese es mi verano ideal y, aún así, ¡me han vendido la moto! Porque es lo que inconscientemente viene a mi mente sin ser, ni de lejos, lo que yo querría en unas vacaciones perfectas.

Así que, empiezo a darme cuenta de que algo hago mal para tener tan deformada mi propia imaginación. Y pienso que algo puede influir el hecho de escuchar en todas partes lo merecido que tengo el mirarme el ombligo en vacaciones y el derecho que me he ganado a poder disfrutar de mi descanso.

Se suele decir que discutimos precisamente porque pasamos más horas juntos pero no creo yo que sea ese el mayor problema sino que quizá ambos estamos en actitud de descansar, no pensar y relajarnos olvidándonos del mundo.

Y eso, que es muy bueno, no lo es si va de la mano del egoísmo; de encerrarnos en nosotros mismos, en «mis necesidades», «mi descanso», «mis vacaciones de cuento»; pasando de los que nos rodean y sus necesidades.

Las vacaciones son tiempo para descansar, claro está, pero sobre todo es un tiempo para romper con la rutina y disfrutar de la familia.

Es un tiempo perfecto para dedicarnos más a los demás, a cuidar y mimar a nuestra familia, que son quienes más sufren las jornadas laborales y el estrés ordinario del curso.

Pero es bien cierto que no es lo que «está de moda», no oímos a mucha gente hablar de las vacaciones para hacer más amable y bonita la vida de los demás -quizá algún universitario que se va de voluntariado- pero, entre adultos, no es lo que más se lleve.

A veces, llegamos a las vacaciones con una actitud demasiado de «a mí que me sirvan, que vengo a descansar» y por eso chocamos. Porque si tú descansas, yo tengo más «trabajo» y viceversa.

Llegamos a poner a nuestra pareja en la posición del enemigo, cuando en realidad, es el amor de nuestra vida.

Y como lo vemos como el enemigo, es muy probable que el conflicto surja en algún momento. A menudo, incluso estamos en plan ojo avizor a ver cuándo «interrumpe mi paz» para aumentar la lista de agravios y confirmar que es nocivo para nosotros.

No sé muy bien a dónde voy con este post, la verdad, porque yo soy la primera que voy con esa actitud y que además no sé muy bien cómo cambiarla. Pero la reflexión me ha servido para darme cuenta de que nuestra disposición tiene mucho que decir en este tema.

Hoy me propongo disfrutar de cada minuto de las vacaciones, tal y como vengan; con buen o mal tiempo, mejores o peores planes: pero en familia, con sentido del humor ante las contrariedades y mucha mentalidad despreocupada para pasarlo en grande con los míos.

¿Quién se apunta????

¿Te unes a la fiesta?

Empezamos el mes de octubre y, desde hace ya ¡cuatro años!, en estas fechas algunas de mis amigas y yo hacemos algo muy especial y diferente. Cada una desde su ciudad, desde su país; cada una cuando puede y como puede pero juntas y unidas desde la distancia con el corazón, pedimos unas por otras con el rezo del santo Rosario.

Os parecerá algo raro ya que no es una costumbre muy arraigada en los tiempos que corren pero, como ya os dije en el último post, tengo muy buenas amigas repartidas por todo el mundo y el hecho de hacer algo juntas, durante un mes y de la mano de Nuestra Madre la Virgen, hace que me sienta aún mas unida a cada una de ellas.

El año pasado de sumaron a la iniciativa más de veinte amigas. Entre ellas muchas no se conocían pero todas rezábamos desde nuestros lugares el rosario por las demás, por sus familias, preocupaciones y proyectos.

Este año -¡agradeciendo de paso el primer aniversario del blog!-, quiero invitaros a todos los que me leéis a uniros a esta cadena de oración, y además secundaremos la petición del Papa Francisco. Para la Virgen no hay tiempo ni lugar así que cualquier hora es buena para una Madre que le piropeemos, yo intentaré que sea a las 20.30h pero puedes unirte en otro momento si te va mejor.

Para los que no sepáis qué es el rosario os diré que es una de las oraciones qué más rezamos los católicos. Es una oración dirigida a nuestra Madre del Cielo en la que repetimos hasta la saciedad lo mucho que la queremos y que confiamos en ella.

Puedes ver cómo se reza el Rosario en este enlace, y si crees que para ti es demasiado, te animo a sumarte con uno de los «misterios«. Todos rezaremos por ti y la Virgen se derretirá con tus piropos.

A mí me gusta abandonarme en sus manos, y dejar todo lo que llevo en mi corazón a sus pies; para que ella se encargue de solucionar, curar, arreglar -o lo que sea- lo que me preocupe.

Hay quien prefiere dedicar cada misterio del Rosario a una petición concreta: por los enfermos, por las familias, por el Papa, por las almas del purgatorio, por la paz, por quienes sufren soledad, por los niños abandonados, por quienes sufren la falta de trabajo, por quienes no tienen fe, … ¡por lo que tú quieras!

Cualquier fórmula es válida, sólo hace falta que quieras unirte y que intentes rezarlo cada día (¡sin fustigarte si algún día se te olvida, que aquí nos apoyamos todos!). A mí me encanta saber que rezamos todos a una, porque imagino nuestros rezos a una sola voz llegando al corazón de María… ¡seguro que le emociona!

Me encantaría que este año fuéramos muchos más, y para animarnos unos a otros, te agradeceré si puedes poner un comentario a este post con algo así como «cuenta conmigo» o «lo rezaré».

Yo pediré además por todos los que pasáis en algún momento del curso por este pobre blog: por vuestras familias, ilusiones y preocupaciones. Para que la Virgen os lleve en su manto, bien recogiditos en su regazo, porque ¡os garantizo que no hay nada más seguro que eso!

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