Hoy sí puedo ser feliz

Acabo de terminar de leerme un libro que me ha ayudado mucho y que creo que puede ayudarte también a ti. No me malinterpretes con el título, soy tu amiga, y las buenas amigas se dicen las cosas buenas y también las que intuyen que no son tan buenas, y es lo que yo hoy quisiera hablar contigo.

Intuyen que algo va mal, aunque pueden estar equivocadas, pero ten por seguro que una amiga que te quiere te dirá lo que ve que no te hace feliz. No te enfades con ella, al revés, agradéceselo; porque lo más egoísta es no decir nada y estar siempre de buenas contigo. Pero entonces no será una buena amiga porque estará pensando más en su conveniencia que en tu felicidad.

El libro se titula: “Paso de ser egoísta”, de Antonio Pérez Villahoz. Nadie me había hablado de él pero en cuanto lo vi supe que era para mí. Estaba pasando por uno de los momentos más duros de mi enfermedad y me sentía muy sola y triste. Sabía que algo no iba bien y por alguna razón al ver el título tuve la corazonada de que algo de eso podía estar pasándome a mí.

Portada del libro

Ahora que lo he terminado sé porqué el Señor puso ese libro en mis manos. Para recordarme que mi vida no ha sido creada para centrarme en mi enfermedad, en mis dolores, en mi carrera profesional … (como ves todo esto es yo, yo, yo).

He visto muy claro que el origen de mi tristeza no está en la enfermedad ni en que no pueda coger a mi niña pequeña en brazos y jugar con ella como hice con los otros, darle vueltas y vueltas y marearnos juntas; ni en no poder trabajar, hacer la comida, limpiar la mesa o incluso, a veces, ni doblar calcetines.

No. Mi problema está en que he olvidado el sentido de mi vida que no es otro que servir a los demás, hacer sus vidas más amables, más fáciles, más plenas; en definitiva: quererles más y mejor, salir de mí misma.

En estar ahí cuando necesitan hablar y no echarles de mi habitación porque estoy muy cansada; en estar ahí cuando quieren que vea un teatro que se han inventado y no les diga que mejor otro día porque hoy me duele mucho la espalda. En quedar con una amiga aunque me cueste levantarme de la cama porque sé que me necesita.

Me cuesta un mundo: sí. Sobre todo porque supone dejar de lado lo único que tengo en mi cabeza: YO! Mi salud, mi egoísmo, mi comodidad,… para dar prioridad a lo que otros necesitan de mí.

Me ha costado un libro entero darme cuenta, y me costará mucho más conseguir que mi cuerpo no tire para abajo de mi corazón y de mi alegría; pero saberlo ya es una ventaja. Unas veces lo conseguiré y otras no, pero poco a poco y apoyándome mucho en la ayuda del Espíritu Santo ese egoísmo irá decreciendo.

Nunca desaparecerá esa tendencia a pensar en mis limitaciones, mi situación, mis sueños…¡y lo cansado que es pelear conmigo misma!, será una lucha constante toda mi vida, por eso es importante que me centre sólo en el HOY.

Hoy sí puedo. Y seguro que tú también.

En conseguirlo un día, el día que tengo por delante, porque pensar en vencer a mi yo toda la vida me derrota antes de empezar, pero ¿puedo intentar vencerme hoy, y sólo hoy, por amor a mis hijos, a mi marido, a mis amigos, a mi Dios,…? Sí, eso sí puedo.

Quizá estés pasando por un momento similar al mío; tal vez no por una enfermedad sino porque el sueño de tu vida no sale adelante o eso por lo que llevas luchando mucho tiempo no avanza… hay muchos motivos por los que ofuscarse y no levantar cabeza (formar una familia, estudiar lo que te gusta, encontrar un trabajo, quedarte embarazada…)

Te diré algo. La vida sólo tiene sentido cuando nos centramos en servir a los demás. Aparta de tu mente por un tiempo eso que te está hundiendo porque no es tan importante como tu yo te hace creer; si no sale, por algo serán recuerda: ¡eres mucho más que eso!

Céntrate en ser más cariñosa con los tuyos, en hacer voluntariado en alguna ONG, en pensar qué puedes hacer tú para que la vida de otros sea más amable y verás que lo que tú das no será nada en comparación con lo que recibas. Salir de ti te ayudará a ver tu yo al completo, tu yo real y no el que vive de ilusiones.

Dentro de un tiempo, si te apetece, cuéntame cómo va la cosa; en un comentario o en un mensaje privado, así yo también podré contarte cómo me está yendo a mí y juntos apoyarnos. Te espero, ¡a por ello!

Y no olvides que compartir es amar, así que si te ha gustado, ¡no esperes más!

Los Santos NO son cosa del pasado (ni de curas y monjas)

No sé si a vosotros os pasará o no pero yo cuando oigo o leo la palabra “santo” la imagen que viene a mi cabeza es la de un monje mirando al cielo, un cura muy serio, una monja, … por supuesto todos ellos de hace más de 100 años y cuyas vidas nada tienen que ver con la mía.

Así que yo me pregunto, si yo -que he crecido en una familia católica y tengo fe desde niña- tengo esa imagen de los Santos de la Iglesia, ¿qué se imaginarán quienes nunca han oído hablar de santidad ni de Dios ni de nada?

Y los que sí conocemos un poco del tema, creemos que los Santos son personas perfectas: buenas, dulces, amables, muy en presencia De Dios,… vamos, que nunca cometían errores. Pero tenemos que salir de ese error!!!!

Nada más lejos de la realidad): los Santos tenían mala leche, desobedecían, reñían y eran incluso bordes; en definitiva: tan pecadores como tú y cómo yo.

Para ser santos lo único que hace falta es querer y dejar que Dios haga lo demás

Todos hemos nacido con el pecado original y por eso somos así de torpes pero nuestra flaqueza no es lo que nos lleva al infierno ¡si no aquí no se libraba nadie! Entonces, ¿qué hace que una persona sea santa y otra no?

Uff… aquí he tenido yo muchos dilemas a lo largo de mi vida, no sé si por malas explicaciones o por mi falta de entendimiento; la cuestión es que yo había escuchado y leído muchas veces eso de que “era un hombre/mujer santa, heroica en las virtudes humanas”.

Claro, yo oigo esto a los diez, a los quince y a los veinticinco y ¿qué pienso? Para ser santos hay que trabajar las virtudes, en plan “yo me lo guiso yo me lo como”. Incluso me pongo propósitos cada semana para mejorar cada día más y agradar así a Dios para que me cuente entre sus elegidos para ir al cielo.

¿Os imagináis el resultado? No os preocupéis que ahora os digo lo que a mí personalmente me pasó. No puedo negar que mejorará en orden, en puntualidad e incluso en carácter pero no por mis méritos sino porque Jesus se apiadaba de mí como un padre de su hijo cuando este quiere impresionar a su padre y pone la mesa o barre la cocina (de aquella manera).

Pues así fue mi vida hasta los treinta y pico. Cada vez más voluntarismo y menos amor a Dios al ir a misa, rezar o incluso al ofrecerme para ayudar con algo. Me buscaba a mí y a mis virtudes. Eso era lo importante al fin y al cabo.

Así que, desde que me di cuenta de mi error el yugo es muuucho más llevadero. Me dejo llevar y es Dios quien va haciendo: sólo tenemos que decirle que sí, cuando nos gustan sus planes y cuando no: con confianza.

Ahora, Santo sólo es Dios, decía hace unos días un sacerdote en una homilía; lo que conocemos como “santos” son personas que participan de la santidad de Dios porque con su humildad y oración dejaron que Dios viviera en ellos.

Y como hoy es el día de Todos Los Santos os animo a compartir con nosotros personas santas del siglo XX-XXI, que llevaron una vida como la nuestra (no religiosos o sacerdotes) y que sabemos con certeza que gozan de la Gloria Celestial.

ilustración: https://instagram.com/trazodemami

Yo empiezo con mi sobrino Iñaki (a los 8 meses no hay duda de que está en el cielo ❤️), el beato Carlo Acutis, Santa Gianna Beretta Molla, Chiara Corbella, Giulia Gabrieli, Matteo Farina, Eduardo Ortiz de Landazuri y su esposa Laura Busca, Guadalupe Ortiz de Landazuri, Alexia … ¿me ayudáis completar la lista??? *no puedo mencionar al creador de la ilustración porque no sé de quién es pero GRACIAS y ¡si alguien lo sabe qué me diga! ¿Me hacéis el favor de compartir para llegar a más gente? Gracias!!!