Hoy lo mandaría todo a tomar viento

Estoy cansada, eso es una realidad. Y cuando lo estoy mi paciencia baja del menos veinte al menos dos mil. ¿Que si es culpa mía? Pues supongo que sí, ¡siempre que le doy un par de vueltas a las cosas llego a esa conclusión!

Dicho esto y siendo evidente -una vez más- que yo no soy mejor que nadie sino que muy probablemente esté en la cola de las mujeres virtuosas y maravillosas que hay y habrá sobre la faz de la tierra: hoy no puedo más.

Lo he intentado todo: he contado hasta 10 (varias veces; despacio, respirando hondamente), he procurado la técnica del «por aquí me entra y por aquí me sale», le he mirado al Sagrado Corazón que tengo en mi cuarto en plan «a ver qué pasa» y tampoco, así que después de enfadarme con el mundo me meto en mi cuarto a escribir.

¡Mamá! ¿Cómo se sobrevive a la preadolescencia, adolescencia, postadolescencia, loca juventud y ese largo etcétera de fases por las que pasan los hijos?

En serio, que hoy no puedo daros ningún consejo. Estoy perdidísima y no sé por dónde cogerlo. ¡¡¡NECESITO AYUDA!!!

Debe de ser culpa de las vacaciones, que asilvestra a los niños y ahora no hay quien los frene. No sé lo que es pero estoy agotada de hablar para la pared, de que discutan constantemente por bobadas, que todos tengan que opinar sobre lo del resto y que nos den siempre las mil porque aquí no se va ni Blas a dormir.

Y comparto este post tan poco positivo hoy porque quiero pensar que estamos todos así y que leer que alguien pasa por lo mismo que tú, a veces alivia; y que además, aquí hablamos de familia y en las familias de carne y hueso hay días que no sabes por dónde cogerlos.

Sólo tengo una esperanza: que a pesar de todo, soy la mejor madre que les podía tocar. Ah! Esa, y que mañana nos levantaremos y aquí no ha pasado nada, ¡ja,ja! Porque así somos las familias, nos queremos como somos (incluso en días como hoy, jeje!).

Bueno, ya me he desahogado y, aunque seguiré metida en mi habitación para no gritar a nadie, quiero deciros que a pesar de todo, confío en que Dios tiene sus planes y si Jesús llegó a decirle a su Padre «¿por qué me has abandonado?», aquí una no puede ser más que su Maestro.

Así que como yo no entiendo nada, también grito hoy al Cielo; pero ahí los dejo, en la confianza de que todo es para bien y que Él se ocupa de todo (con mi santo marido, que tiene una paciencia de oro).

Pero por favor, decidme que no soy la única a la que sus hijos la toman por el pito de un sereno!!! (aunque tengáis que mentirme…: ¡¡decidme que vuestra casa también es una jaula de grillos, por favor!! ja,ja,ja!).

¿Son vuestras familias perfectas o en todos sitios cuecen habas???