– Oye Inés, ¿no has pensado que quizá podría ayudarte visitar un médico para ver si lo que te está pasando tiene alguna explicación? Conozco a un psiquiatra muy bueno, seguro que
– «¿¡Al psiquiatra yo!? ¡Sí bueno! ¡Estás fatal! En serio, fuera bromas, de verdad que yo no estoy tan mal, lo mío es algo pasajero; una temporada mala, no te preocupes por mí, se me han juntado muchas cosas, eso es todo. Ya pasará».
Pero no pasó.
Y cada vez me encontraba peor: más sola, más incomprendida, no podía con la casa, las clases de los niños, las mascarillas; pensar, comprar y preparar comidas, volver a la hora del toque de queda, gel a tutiplén, aplausos, cifras de contagios y muertes de gente que no conocía y de otras que eran muy cercanas.
Demasiado para mí. No entendía porqué todo me superaba tanto ni porqué estaba taaaan cansada y con taaan pocas ganas de estar con nadie (mucho menos con mi marido). Y entonces lo consulté con mi médico de cabecera: tienes depresión, todo lo que estás pasando son los síntomas propios de la depresión.
Según los expertos un miembro de cada tres familias en España tiene o tendrá alguna enfermedad mental en su vida, aunque en muchos casos no se diagnostica porque el paciente no acude al médico, no cree estar enfermo o piensa que el problema está en los demás (muchas veces en la pareja).
Este dato me deja sobrecogida. Es un porcentaje muy alto y, por desgracia, son pocos los que se atreven a compartirlo: ¿Por qué ese miedo?, ¿por qué ese estigma? Y lo más importante y preocupante: ¡cuánta soledad y sufrimiento detrás de esas ausencias, de esos silencios!
El psiquiatra es un médico como otro cualquiera que sana a personas enfermas. A nadie se le ocurre cuestionar a alguien por tener cáncer, diabetes o una cardiopatía (por decir algunas). ¿Por qué tanto tabú con las enfermedades mentales?
PSICOLOGÍA VS PSIQUIATRÍA
Cada vez es más frecuente -y más aceptado socialmente- ir al psicólogo, está bien visto; se ve como alguien con quien desahogarte y relajar las tensiones de la vida (aunque la Psicología sea mucho más que eso y casi siempre vaya de la mano de la Psiquiatría).
Pero es como quien se rompe una pierna: primero va al traumatólogo para arreglar la rotura y después a la rehabilitación, (propia de los fisioterapeutas). Pretender soldar un hueso roto con «fisio» es tan absurdo como curar una depresión o un trastorno bipolar con el psicólogo. Primero sanar y después trabajar para recuperar.
¡Qué importante es pedir ayuda cuando sentimos que algo nos pasa, que todo nos parece mal, que la vida nos puede, que sólo nos sale estar de mala leche, llorar, dormir, ponernos violentos y encerrarnos en nosotros mismos!
Cuesta creerlo, tanto al paciente como a su entorno, pero son síntomas de enfermedad mental: depresión, ansiedad, trastornos en la conducta,… SÍN-TO-MAS, esa es la palabra clave que a los que no pasamos por Psiquiatría se nos escapa y lo peor es que muchas veces lo achacamos a la persona en sí misma y nos tomamos su actitud como algo personal.
Pero nos equivocamos. Si nos duele la garganta, nos salen placas, nos quedamos afónicos, aparece la fiebre…, sabemos que tenemos amigdalitis por los síntomas. No tardamos en ir al médico para que nos mire y determine qué necesitamos. Y nadie nos culpa de estar en cama.
Con la Psiquiatría pasa lo mismo solo que nos empeñamos en creer que no son síntomas de una enfermedad mental sino consecuencias de una mala actuación por nuestra parte: si estoy triste es porque sólo pienso en mí, si tengo ansiedad es porque pretendo llegar a demasiadas cosas, si estoy muy cansada es porque debería dormir más, si grito mucho es por estrés, si duermo demasiado es porque soy un vago…
Y ahí es donde nos equivocamos.
¡NO ES CULPA DE NADIE QUE TE SIENTAS Y TE COMPORTES ASÍ!
Son los síntomas de una enfermedad que no se irá si no vas al médico y que cuanto más tardes en ir, más se agravará el problema.
¿Por qué digo esto? Porque son muchas las personas que conozco que presentan síntomas claros de depresión, … ¡y que no hacen nada por miedo! Miedo al qué dirán, a qué pasará con las personas que dependen de ellos, miedo a perder el trabajo, miedo a ser menos reconocidos, a ser señalados, a admitir que necesitan ayuda,…
Vivimos en un mundo que JUZGA tanto a las personas que hace mucho daño por simple ignorancia (yo la primera).
Al psiquiatra va quien siente que algo está pasando:
Estás agotado, todo a tu alrededor se desmorona, ves que la vida va demasiado rápido para ti, todos están en tu contra, discutes mucho, te cambia el humor cada día, hay demasiados problemas, todo depende de ti, hace tiempo que no tienes ganas de nada, ¡ni siquiera de tus hobbies o de tomar unas cañas con amigos! Y te sientes muy solo. ¡Hasta tu cónyuge te parece un estorbo!
Todo esto son síntomas, SÍNTOMAS DE UNA ENFERMEDAD MENTAL e, igual que cualquier otra enfermedad, necesita su tratamiento. Siento insistir pero tiene que quedar muy claro porque sufre el enfermo y también quienes le rodean: no se comporta así porque ya no te quiere, no te lo tomes como algo personal.
Tampoco es una «época mala» es una enfermedad y obviarla sólo trae consecuencias negativas. De verdad. Yo puedo hablaros de esto porque he vivido la depresión, he visto el cambio que supone tomar una medicación y ver que todo vuelve a ser como antes.
Quisiera concienciar y animar a quien lo esté pasando mal a dar el paso, dejarse ayudar; dejar de lado los clichés, el qué pensarán o qué pasará, porque el problema seguirá ahí y la única forma de solucionarlo es confiando en los expertos en la materia: los psiquiatras.
Dar ese paso puede salvarte la vida, ahorrarte mucho sufrimiento (a ti y a tu familia/amigos) y SER TÚ MISMO OTRA VEZ. Volver a ser feliz, que al final es de lo que se trata.
Hoy sí te pido que compartas con mucha gente, que des un repaso a todos tus contactos. No sabes si alguno de ellos necesita ayuda y no sabe lo que le pasa. Es fundamental concienciar para dejar de sufrir. ¡Compártelo!