Gracias Iñaki por acercarnos el cielo a la tierra.

Tal día como hoy, hace sólo un añito, llegaba a nuestra familia Iñaki. Un angelito divino que cambiaría nuestra perspectiva sobre el valor de la vida y la grandeza del amor (y también la de muchas más personas) en tan sólo ocho mesecitos.

Hoy quiero contaros su historia. Bueno, más bien quiero que os la cuente su papá, porque mejor que él no lo sabe hacer nadie. Y he esperado a hoy porque el tiempo puede hacer que la tristeza de no tenerle cerca desfigure el gran regalo que ha supuesto -y supone- su corta pero maravillosa vida en nosotros.

Os transcribo hoy (lo mejor que pueda) las palabras que el Espíritu Santo inspiró a mi hermano el día de la Misa de Ángeles que celebramos para despedir a Iñaki y dar gracias a Dios por hacernos partícipes de tan gran regalo:

Hace 18 meses Dios tenía en su mente a un niño al que quería mucho. Le quería tanto, tanto, tanto, que le pidió a su Madre María -a la Virgen- que encontrase una familia donde pudiese estar poquito tiempo, porque lo quería pronto con Él.

Nosotros entonces participamos en una oración mundial en Lourdes por los niños abortados, por los niños que estaban siendo abortados en clínicas. Y me acuerdo que rezamos y pedimos:

Madre, si alguno de estos niños que nadie quiere, nos lo quieres enviar, nosotros lo acogeremos y le querremos.

Un mes más tarde supimos que estábamos embarazados de un niño que, en un 99% de los casos, nadie quiere. Nos lo dijeron los médicos. Como sabéis, tenía una cardiopatía bastante severa de corazón, le faltaba un riñón y tenía un 60% de probabilidades de tener un síndrome asociado.

Lo primero que nos dijeron fue si queríamos abortar pero nosotros dijimos que no, que era nuestro hijo y que lo queríamos todo el tiempo que fuera.

Al final Iñaki nació muy bien, sin síndromes, y pudimos tenerlo muy bien. Han sido ocho meses increíbles, llenos de la alegría de vivir. Confiábamos en que las cosas fueran bien pero está claro que Dios tenía otros planes.

El 11 de febrero, es el día de la Virgen de Lourdes, nosotros le tenemos mucha devoción (luego sabréis por qué) ese día Iñaki enfermó. Cogió un catarro, que aparentemente no era grave pero que luego se complicó, con un virus gastrointestinal que se fue complicando hasta acelerarlo todo.

Tuvimos que ir al hospital y estando allí rezábamos mucho; intentaron operarlo de urgencia pero no salió bien, sufrió una parada cardiaca y el resto ya lo conocéis.

Me acuerdo que estando allí le pedíamos con fuerza a la Virgen que hiciera un milagro. Y yo le dije interiormente:

Madre, mi vida por la suya. Y recuerdo escuchar una voz muy fuerte dentro de mí que me decía: «pero es que tu vida no la quiero ahora».

Poco después nos dijeron que tenía muerte cerebral, y cuando le desenchufaron nos quedamos Mariona y yo solos con él, para acompañarle. Y cuando se nos iba, sentimos un vuelco, una paz, un calor inhumanos. No se pueden describir.

Mariona me miraba preguntándome: ¿estás sintiendo lo mismo que yo? Es incomprensible, os aseguro que en ese momento tenía un dolor en el corazón, que Dios lo llenó de paz.

Mariona me decía: ahora no tengo miedo a morir, sé que Iñaki está en el cielo». Esa calma, ese sosiego, está claro que Dios prepara a las almas ante sufrimientos así.

Mi conversión empezó hace tres años en un retiro de Emaús. Ahí sentí de una manera brutal el amor de Dios que durante todo este tiempo, dentro del dolor, hemos sentido también: una paz que nos acompaña.

Yo cada día sólo puedo darle gracias a Dios por haber tenido a Iñaki, por la inmensa suerte de haber tenido a Iñaki. Y le doy las gracias a Iñaki porque nos ha acercado el cielo a la tierra.

Yo antes pensaba en el cielo como en algo muy lejano. Ahora he hecho un pacto con la Virgen y le he dicho: «Madre, yo lo que tenga que vivir en esta tierra, pero de aquí directo al cielo, que quiero darle un abrazo a mi hijo»

Y tengo esa certeza. Unos días después de irse Iñaki, nos fuimos a Lourdes a darle gracias a la Virgen y, estando allí, para que veáis cómo hace las cosas Dios, terminamos de rezar en una de las capillas y al salir me dice Mariona: «estoy embarazada».

Y yo le dije que ya lo sabía porque a la Virgen cuando se le pide siempre da. A los pocos días nos confirmaron que estábamos embarazados de diez semanas. Es algo incomprensible pero tenemos esa gran alegría que nos viene en medio del dolor por la pérdida de Iñaki.

(Después entonó una canción preciosa, en honor a Iñaki Jon, que desde entonces está muy presente en nuestras vidas y nos llena de paz en los momentos de tristeza: ¡un gran regalo del cielo!)

¡FELICIDADES CAMPEÓN, CUÍDANOS DESDE EL CIELO!

Dios nos ha escuchado

No hay dolor más grande que el de perder un hijo, por eso pedíamos con insistencia a Dios que sanara a mi sobrino Iñaki; pero Jesús en su amor misericordioso ha querido regalarnos algo aún mejor.

Pero, ¿qué hay mejor que la vida? La muerte. Sí, sí, habéis leído bien y no me he fumado nada. Hoy, más que nunca, creo de todo corazón que la muerte es realmente la gran victoria, es el paso a la Vida con mayúsculas.

¿Qué hay más grande para unos padres que saber con certeza que su hijo está en el cielo?

Y es que esa es nuestra única misión como padres: que nuestros hijos lleguen al Cielo. ¡Y si encima vemos cómo acercan a muchas almas a Dios!, el gozo es aún mayor.

Y qué duda cabe que el demonio intenta (e intentará) hundirnos con pensamientos de todo tipo. Nos habría encantado verle crecer y vivir, conocerle mejor y disfrutarlo toda la vida; su marcha deja un gran vacío en nuestros corazones y seguro que aprovecha para tratar de hundirnos en la tristeza y la desesperación.

Pero quedarnos enredados en nuestra voluntad -esto nos lo han enseñado sus padres mejor que nadie- sería egoísta, porque Dios sabe mucho más, le quiere mucho más y es también su Padre: ¿quiénes somos nosotros para poner en duda sus decisiones?

En la Misa de Ángeles (no se hace funeral porque no se pide por el difunto: es seguro que está en el Cielo) mi hermano nos contó que el 11 de febrero, fiesta de la Virgen de Lourdes, consagró a Iñaki a sus manos;

le dijo a la Virgen -aunque ya lo habían hecho siempre- que se lo entregaba, que era suyo y que hiciera con él lo que le pareciera mejor.

Hoy Iñaki ya no está entre nosotros físicamente pero, por la comunión de los santos, notamos su fuerza y la de vuestras oraciones. Estamos todos unidos en Dios. Lo que hemos vivido este fin de semana en familia ha sido espectacular, inconcebible a los ojos humanos pero tan real que se podía palpar.

Y ha sido en parte gracias a vosotros. Todos vuestros rezos han sido escuchados y se han derramado sobre nosotros, de golpe, como una cascada de Gracia; no sólo sobre sus padres sino sobre todos los que les acompañábamos.

Estamos con una paz inmensa, con una alegría inexplicable. Agradecidos a Dios por este tiempo con Iñaki, por darnos el don de entender que su vida ha sido un regalo y que, aunque ha sido breve, ha movido (y seguirá haciéndolo) miles de corazones.

Os comparto las palabras que mi hermano nos envió al día siguiente de que su bebé, de casi ocho meses, se fuera al Cielo.

Nadie mejor que ellos para testimoniar lo que hoy os cuento. Son dignas de meditación, y sin lugar a dudas están impregnadas del Espíritu Santo:

«Iñaki se ha ido al Cielo. Se nos ha adelantado. Se fue arropado con todo nuestro amor. No lo esperábamos pero sabíamos que estaba enfermo y había mucho riesgo. La última semana ha tenido muchas complicaciones y estaba muy malito, pero se fue rodeado de todo nuestro amor y cariño.

Hemos llorado mucho y tenemos una partecita de nosotros arrancada pero sentimos mucha paz y mucho amor, de verdad. Y la gran dicha de haber podido de cuidar de Iñaki, de amarlo y de dejarlo de vuelta en manos de la Virgen. Ella nos lo prestó un tiempito, y aceptamos acogerlo con la misión de amarlo el tiempo que Dios quisiera, aunque sabíamos que venía enfermito.

Ha sido una pasada. Y sigue siéndolo, pues sentimos que es él el que nos arropa y nos acoge a nosotros ahora desde el Cielo con la Virgen. Esto no es un consuelo de tontos, si hubierais visto lo que hemos sentido al desconectar a Iñaki de la máquina que lo tenía vivo. Llenos de paz, llenos de gratitud, de amor y de gozo el que hemos sentido, y al dejarlo marchar ver cómo nos arropaba de verdad, un calor increíble y una paz que inunda el alma.

Mariona me decía ayer que ya no tenía miedo a morir porque estaba Iñaki esperándonos. Eso sentimos y en eso creemos. Repetiríamos cada segundo de los que hemos vivido con Iñaki aunque volvieramos a sufrir este dolor.

¡Qué incomprensible es la Cruz, pero cuánto amor se encuentra en ella cuando se acepta y se abraza! Dios sabe más, mucho más, y sentimos un grandísimo dolor pero un grandísimo amor que nos acoge.

Estamos seguros de que Iñaki cuidará a nuestra familia desde el Cielo. Y el día que nos marchemos, – que a todos nos tocará – estará en la puerta del Cielo para darnos un grandísimo abrazo.

Muchas gracias por vuestro amor, vuestras oraciones, vuestro cariño y vuestra cercanía. Os queremos mucho. Luis y Mariona»

Por todo esto: Gracias, gracias, gracias; y ¡seguid rezando por nosotros!

5 ideas para que la Virgen María reine en tu hogar

Los primeros cristianos, después de la Ascensión del Señor, se reúnen junto a María. Ella es su refugio y a Ella confían sus preocupaciones; la Virgen les acoge y escucha: nunca les abandona. Es nuestra madre.

Por eso creo que es muy bueno que en los hogares cristianos sigamos acudiendo a Ella con normalidad, que le cuidemos como se cuida de una madre.

Cuando hay niños en casa, puede parecernos más difícil el vivirlo así que os comparto algunas ideas que pueden despertar en ellos esa familiaridad de forma sencilla y natural.

1.- El rosario es la oración que más le gusta a la Virgen -así lo ha expresado ella en sus apariciones de Lourdes (¡que hoy celebramos!), Fátima, el Pilar…-; por eso, incorporarlo como rezo familiar es una forma segura de blindar nuestra familia contra los ataques del demonio. Así lo aconsejaba san Juan Pablo II.

Me encantó la naturalidad con la que Rosa Pich, autora del libro y el blog: «Cómo ser feliz con uno, dos, tres,… hijos?», contaba en una entrevista cómo en su casa se reza siempre el rosario a las 20.00h; «cada uno reza lo que quiere y participa como le parece y todo con mucha libertad».

2.- Otra actividad que nos gustaría incorporar este año en casa son las visitas a la Virgen en santuarios o ermitas dedicadas a Ella. El sábado es el día de la semana dedicado a María, por lo que intentaremos hacer escapadas matutinas con los peques y saludar a la Virgen en su casa. Y de paso los peques tocan un poco la naturaleza y conocen «mundo» 😅.

3.- La tercera idea es una costumbre de la Iglesia que aprendí en mi infancia y que ahora hago con mis hijos: las tres avemarías de la noche.

Le pedimos que cuide nuestra pureza de corazón, que sepamos amar cada día más y mejor a Dios y a los demás.

4.- La cuarta es la oración del ángelus a las doce del mediodía. A mis hijos les encanta poner la alarma y avisarnos a todos de que es la hora de la Virgen. Son 5 minutos y es una oración muy sencilla que además nos hace sentir la unidad de esta gran familia que es la Iglesia. Todos a la misma hora nos paramos para mirar a la Virgen y unirnos a su sí; me parece precioso. Seguro que a María le conmueve.

5.- Y, por último, el ofrecimiento de obras. La primera acción de mi día es siempre el ¡Oh Señora Mía! Me encanta dejar mi vida en sus manos e intento que los peques me acompañen. Ofrecerle desde el primer minuto todo lo que vaya a hacer en ese día para que, si yo me despisto, sea Ella quien lo presente a Dios en mi nombre y así lo santifique.

Seguro que hay mil formas más de hacer que la Virgen sea de verdad Madre en nuestras familias: las imágenes en las habitaciones, por ejemplo, también nos invitan a hacerle partícipe de nuestra vida familiar. Y el escapulario…, pero de esto hablaremos otro día.

¿Qué otras costumbres conocéis vosotros que puedan ayudarnos a contagiar a nuestros hijos del amor a María?